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MIS ENCUENTROS FAVORITOS
Por Javier Duran

YURI
(y parte 3)

Cuando me reencontré recientemente con mi sobrina, le comenté que no creía sus declaraciones sobre la vida de pecado, hombres y sexo, que había declarado antes de encontrar en Chile a su marido Rodrigo Espinoza y de encontrar a Cristo en su vida. La misma conversación había tenido un día con su descubridor, el querido productor paisano mío: Miguel Blasco. La trató mucho y muy bien durante años, y tampoco lo puede creer. Estos son un par de esclarecedores ejemplos: Normalmente, cuando los artistas hispanos hacen giras por Estados Unidos, suelen actuar los fines de semana. Los primeros días (de lunes a jueves) los suelen pasar en la ciudad donde han actuado o en la que van a actuar, según dispone el promotor con los empresarios. No siempre se trata de vacaciones o turismo. Se hace algo de promoción y mucha vida de hotel. Allí, en la habitación, solíamos ver, después de cenar (room service) y antes de ir a dormir, una película de “pay-per-view”. Una noche, al despedirme para ir a mi habitación, descubro un guante de seda largo (como los de “Gilda”) bajo la almohada de Yuri. Me enteré de que, como una baby (que lo era), se tenía que dormir acariciando el guante. En otro encuentro, ya divorciada de Fer, llega a Miami con su hermana (que estuvo casada con Jorge Luis Pila) y me llaman para invitarme a almorzar en el “Village” de Coconot Grove. Llegan Yuri, su hermana y el pianista-director de su grupo, Beto. El y la hermana se sientan juntos, se toman de la mano (como una parejita). Ese músico desató el escándalo cuando su esposa lo denunció como amante de Yuri. Esta anécdota se la recuerdo ahora. Si realmente estaba lanzada al pecado, porqué su interés en montar la comedia de aparentar “normalidad” frente a mí, al hacer ver que su “amante” era su “cuñado”. Nos volvimos a encontrar en Chicago, en un Panamerican Festival y recuerdo que en la roulotte empezó a contarme algo. Su asistente salió corriendo y trajo a Ana Gabriel, quien me dijo que si podía dejarlas un momento a solas porque tenían que hablar algo de mujeres. Lo que no querían era que Yuri me “soltara la sopa”. Después del show regresamos al hotel en el y ya en el ascensor, la asistente pulsando los botones, también me dió a entender que Yuri se alojaba en un piso, mientras que ella y el músico “se alojaban” en Otro. ¡Ay! Pasado el tiempo, en otro encuentro en el Hotel Mayfair de Coconot Grove (ella había venido para intervenir en el Telemaratón de la Liga Contra el cáncer y yo había llegado de Nueva York para grabar “Cristina”), conocí finalmente a Rodrigo, nos cruzamos frente al hotel y me lo presentó. Me dió la impresión de que iba a ser una pareja Feliz. Como así ha sido.

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